domingo

Soñé que peleaba con un ser malvado y nuestras armas eran serruchos con formas de serpentinas. Yo tenía una serpentina muy larga de unos diez metros, como la cinta o listón que se usa en la gimnasia artística, pero hecha de serrucho. Se manejaba como un látigo y como eran muy largas, esto hacía que los oponentes estén a gran distancia. Estábamos en un castillo todo decorado, lleno de adornos caros o tal vez era el gran salón de un monasterio, con lugares enormes, en donde la cinta podía volar y hacer sus movimientos con mucho espacio. Había dos partes en la pelea. La primera terminaba en empate y había momentos de mucha violencia y sangre, donde la serpentina-serrucho volaba con gracia y ductilidad, cómo si estuviese hecha de tela y no de acero. Se veía flexible y peligrosa. En el sueño había un tercer personaje que sabía todo y sabía como iba a terminar la pelea, alguien que digitaba nuestros destinos. No se quién era. En la escena final, dando movimientos rápidos y precisos, con una estocada veloz, hago que la serpentina en un giro volador le corte el cuello a mi contrincante, separándole la cabeza del cuerpo y haciendo que la sangre fluya y así es como puedo salvar mi vida.