La ergonomía provee las pautas sobre la forma más eficiente en que el cuerpo del trabajador debe ubicarse en el lugar de trabajo. Todo está medido y pensado acerca de la mejor forma en que debemos sentarnos frente a la computadora: el ángulo que forman las rodillas debe ser de 90 grados, el que forman las piernas con el tronco también; el monitor tiene que estar a una distancia de 50 centímetros de la cara, los codos siempre apoyados haciendo de pivote para dar descanso a las muñecas; la espalda apoyada sobre el respaldo de la silla. Los ojos levemente inclinados hacia abajo, también se recomiendan mucho el parpadeo.
Y es así como en mi trabajo hay gente que se pasea por los pasillos observando nuestros cuerpos. Son miradas silenciosas que toman nota sin que los veamos. No nos dicen nada, pero sus observaciones son números que se van acumulando.
Con el tiempo esos números sumados dieron la estadística que mostró el resultado final de nuestros desvíos. En la reunión mensual nos informaron que el ángulo de las piernas estaba ok. También que la distancia con el monitor estaba ok, las muñecas, ok, los pies apoyados firmemente en el piso, ok. Pero el torso no había dado los números esperados.
Entonces iban a aplicar otro tipo de medidas para controlarlo. Hombres jóvenes que viven satisfechos y repiten sin cuestionamientos las reglas de la corporación hablaron del torso como una unidad separada del resto del cuerpo, que en las mediciones finales dio un índice bajo de seguimiento de las reglas de la ergonomía.
Y mi torso, tan vapuleado por los doctores que lo midieron y radiografiaron, y que lo convirtieron en objeto y en pieza enyesada. Ahora agradezco tanto que no encaje en las mediciones y que lleve esa marca tan propia y mía, que se haya rebelado desde el nacimiento.
Y es así como en mi trabajo hay gente que se pasea por los pasillos observando nuestros cuerpos. Son miradas silenciosas que toman nota sin que los veamos. No nos dicen nada, pero sus observaciones son números que se van acumulando.
Con el tiempo esos números sumados dieron la estadística que mostró el resultado final de nuestros desvíos. En la reunión mensual nos informaron que el ángulo de las piernas estaba ok. También que la distancia con el monitor estaba ok, las muñecas, ok, los pies apoyados firmemente en el piso, ok. Pero el torso no había dado los números esperados.
Entonces iban a aplicar otro tipo de medidas para controlarlo. Hombres jóvenes que viven satisfechos y repiten sin cuestionamientos las reglas de la corporación hablaron del torso como una unidad separada del resto del cuerpo, que en las mediciones finales dio un índice bajo de seguimiento de las reglas de la ergonomía.
Y mi torso, tan vapuleado por los doctores que lo midieron y radiografiaron, y que lo convirtieron en objeto y en pieza enyesada. Ahora agradezco tanto que no encaje en las mediciones y que lleve esa marca tan propia y mía, que se haya rebelado desde el nacimiento.
1 comentario:
genial!
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