lunes

Congelados

Estoy en la habitación de un adolescente al que nunca conocí, que hoy es un adulto que tampoco conozco, en la casa de sus padres ya envejecidos, que me invitan a pasar la noche en Montevideo. Quedan pocos rastros de su paso por aquí: un poster de AC/DC enmarcado tras un vidrio, con marcas amarillentas de cinta scotch en los bordes; algunos cassettes de música olvidados en un rincón; calcomanías de autos pegadas en la ventana que da frente a la rambla, en donde puedo vislumbrar el mar.
Puedo darme cuenta de que el cuarto se fue llenando a través de los años con las cosas que taparon su presencia. Hay un libro de cocina, al lado otro de golf. Adornos de viajes, pero de los rezagados que van quedando detrás y no adornan el living donde se recibe a las visitas: un almohadón de Marruecos un poco descosido, un pato de loza. Pilas de papeles con cuentas pagas, todo cubierto con una capa de polvo.
La habitación tiene una camita de una plaza, que me alcanza para estirar las piernas. Pienso en los sueños de ese adolescente, en las novias que trajo, en sus horas de estudio antes de una prueba, en las pajas que habrán habitado este espacio. Ahora está todo quieto.
En mi laptop quedó congelada la imagen de una noticia del Buenos Aires que dejé el día de ayer. En la casa falla la conexión a internet, entonces no quiero apagar la computadora y perder esa foto del pasado reciente. Como nunca, me dedico a leer todos los comentarios que están posteados en la nota, que resulta ser sobre fútbol. Son más de trescientas ideas y contra-ideas, y me doy cuenta que la gente opina con convicción sobre todo.

1 comentario:

cristian dijo...

Que lindo escribes. Hace tiempo que no poasaba...Al leerte me remonté a mis días en la rambla de Montevideo...ohhhhhhhh que lindos momentos!!!