miércoles

Macabea de Clarice

Elijo para sentarme un sillón y después de un rato ya estaba con mi cerveza leyendo un libro de Clarice. Era mi primer libro de ella y su protagonista, Macabea, me iba llevando por los vericuetos brasileños de la mente de su autora. El libro me entretiene, creo que me sonrío cuando dice que de tan sola Macabea no había besado nunca a nadie, solo había practicado un beso con una pared.
Después de un rato descanso de la lectura. Me gusta observar a la gente que me rodea, el lugar es bullicioso. Grupos tomando tragos, algunas parejas cenando. Muy cerca de mí hay sentada una mujer que había comido una ensalada con una copa de vino. Lo sé porque mientras estaba leyendo, la había espiado y en su acento había escuchado a Brasil.
En mi alto de la lectura la mujer se atreve y me pregunta si puedo leer con tanto ruido. Le digo que si, que el libro me divierte y que no tengo problemas de concentración cuando algo me gusta. Le cuento que estoy leyendo a Clarice. Ella se sorprende y me dice que eso es “alta literatura” y que le gusta mucho más que ese otro autor brasileño que me nombra, uno conocido mundialmente. Le molesta que se lo mencionen cada vez que ella dice que es brasileña.
Hablamos de Buenos Aires, le cuento que vivo por el barrio. Se llama Livia, vino aquí para mejorar su castellano y también para tomar clases de tango, un amigo en común de una colega le prestó un departamento que queda cerca del teatro El Camarín de las Musas. Le cuento que hace poco fui a ver una obra de teatro en esa sala. Livia me cuenta que tiene un año sabático para preparar su tesis y tener su diploma en educación. Brasil es un país enorme, me dice y hay mucho por hacer. Le comento que aunque parezca increíble nunca estuve allí y que este año casi viajo por primera vez a Río. Ella me dice que es una ciudad maravillosa, que visitó también como turista porque es de Curitiba. Me decepciona que no sea de Río, cada vez que hablo con un extranjero, no puedo dejar de pensar en alojarme en su casa en una visita, pero Curitiba no me tienta.
Mientras practica su español me pregunta sobre política argentina, si aquí hay desocupación, también en donde trabajo y me dice que Lula construyó muchas universidades en todo el Brasil. La cerveza me da sueño, entonces me despido con un beso. Ella me agradece la charla. A veces es difícil para un extranjero poder hablar con los locales, me dice.
Más tarde, ya en mi casa, vuelvo al libro y sigo a Macabea en sus pequeños paseos temerosos por Río, en su frustrado romance, en su poco pelo. Clarice me hace seguirla con guiños y promesas de un futuro más rosa, como el lápiz de labios que se compra. Pero entonces me enojo mucho cuando queda tendida en el asfalto, con un hilito de sangre chorreándole que termina en la alcantarilla, cuando los vecinos de esa calle la rodean curiosos y la miran ahí tendida y luego de muchos pensamientos y de aves que presagian cambios, poco acontece. Pienso si no sería mejor dejar de leer “alta literatura”, si pudiera deshacerme un poco y rehacerme en forma más simple, casi como Macabea, lisa y bruta, que de tan simple ni siquiera conocía la música.

4 comentarios:

oh nikita dijo...

Yo amé lo que leí de Clarice, ¨lazos de familia¨y ¨el aprendizaje o el libro de los placeres¨. No te los pierdas...
ah, no y de ser más simple, no te lo recomiendo, aprovechate como sos, besosdantsd

Matías Lucadamo dijo...

está lindo el txt che

cristian dijo...

No me extraña que leas “Alta Literatura” no como otros…(yo…cof cof..jaja)
Que risa me dio lo de la decepción que no sea de Rio! Y Chile no te tienta? Mira que allá tienes familia de un amigo tuyo ;)

Syma dijo...

Chile me re tienta, papi. gracias por pasar!