lunes

Leí Las puertas de la percepción de Aldous Huxley, un ensayo de los años 50 que seguro fue impactante cuando salió. Yo llego al texto más tarde, Occidente le viene dando la espalda al cuerpo hace tiempo y vive mecanizado sin abrir su conciencia.
Repaso mis últimos años y veo que también formo parte de esa rueda. Tengo el cuerpo dentro del sistema, el pobre se resiente y se desarma fácilmente frente al tacto.
A pesar de todo hoy creí por momentos ver las cosas tal como son, sin el filtro de los juicios: de un candado que colgaba en una puerta pude sin tocarlo sentir su peso, su olor a metal oxidado, el ruido que hace la llave al abrirlo. Mis pasos de a poco se hicieron más lentos y no quise pisar unas sombras donde me pareció ver formas. Tuve miedo de caminar en la ciudad sin armadura y aunque peligroso, intenté hacerlo con los ojos cerrados, algunos se dieron cuenta y me dijeron cosas, pero yo hice que mi respiración fuese cada vez más profunda y aminoré aún más mi marcha, casi hasta arrastrarme. Chancleteando lento llegué hasta un río y ahí metí los pies en el agua que estaba fresca y silenciosa. Creí ver nieve en medio de un bosque en verano.

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