jueves

Un reloj compartido

Vi tu reloj olvidado en mi mesa de luz y te llamé apenas te habías ido. Me dijiste que no importaba, que ibas a dejarlo. Me lo pongo, alejo el brazo y te puedo ver brillando y luciéndote en mi muñeca. Te abrazo con la otra mano, te presiono despacio, te abarco con los dedos. Lo uso para evocarte.
Hoy en clase me sentí ausente. Mientras te agarraba muy fuerte nadie podía saber que mirar la hora era mi excusa para poder verte. Estuviste conmigo en medio de la calle, en el super mientras hacía la fila, también te hice entrar a mi trabajo y me tenté en adelantar las agujas para hacer que el tiempo de salida llegase antes.
Me acerco para escuchar el tic tac, y siento tu corazón agitado que late en mi oido. Puedo imaginar todas las veces que lo miraste y que tus ojos se clavaron en este cuadrante, tus esperas inquietas, tus tardanzas, tus arribos puntuales. Las veces que te lo sacaste y quedó esperándote sin poder encontrarlo. Las miles de horas en que te acompaña. Y te imagino que por acto reflejo buscas tu reloj y ves esa ausencia. Y pensas en mí, y que aunque quisiste dejar una huella tuya en mi casa, entendés que es tiempo lo que decidiste regalarme. Tu tiempo que ahora se hace mío.
Tu reloj se abraza a mi cuerpo. Miro la marca que el uso dejó en la correa que abarca tu muñeca, y que tengo que dejar atrás para crear la propia mía. Recuerdo tu mano amorosa, tus dedos sagaces. Un reloj compartido que es parte de tu vida que ahora hago mía.