martes

La veo seguido

La veo seguido. A veces se sube al mismo colectivo que yo, temprano a la mañana. Ella no me mira, pero yo la tengo fichada. Una mujer maciza, muy blanca y con una cara insulsa. El pelo rojizo, bien corto en los costados, con una melenita en la nuca, como un futbolista de los años ochenta. La piel lechosa, la cara redonda. Una vez se hizo la distraída para no dar el asiento y una mujer embarazada la sacudió del brazo para despertarla. Lo sé porque yo estaba al lado. También la veo cuando vuelvo a mi casa. De ahí la conozco más. Mi barrio, con un restaurant en casi cada esquina, la tiene de visita por las noches. A veces la veo en la pizzería que está sobre Corrientes, a veces en la parrilla de Sarmiento, a veces en el bar de la esquina de mi casa. La escena es así: ella comiendo y su hijo, que debe tener unos 10 años, mirando la pantalla de su netbook portátil. Madre e hijo compartiendo la cena íntima familiar con todo el que pase por allí. No es que la busco, la veo. La imagino mirando adentro de su heladera, con el brazo apoyado en la puerta, iluminada por la pequeña lamparita, gritándole al pibe, ponéte la campera, vamos a comer.

1 comentario:

oh nikita dijo...



se ve muy bien eso que falta,
felicidad?