domingo
Una mujer, tres chicas, un enano y un travesti
Estoy visitando a una mujer en su lugar de residencia, un departamento amplio, moderno y luminoso. Estamos sentadas en un sillón y la mujer es muy amable conmigo aunque un poco distante. Me empieza a explicar algo que yo no entiendo de una transacción que uso en el trabajo y yo realmente espero entender lo que me tiene que explicar porque estoy perdida con este proceso y tengo miedo de equivocarme. Al poco tiempo de empezar a hablar tocan a la puerta, la mujer se pone de pie, observa por la mirilla, suspira cansada y sorprendida como diciendo “no ahora” y yo me doy cuenta que no esperaba esta visita.
Se siente como obligada y dubitativa pero finalmente abre la puerta. Entra un enano ruso, un hombre muy bajito con barba y bigotes muy negros que habla con un acento muy pronunciado. Aunque es de estatura pequeña no tiene los rasgos de los enanos, es un hombrecito hosco y forzudo. El enano entra a toda velocidad con los bracitos abiertos, buscando un abrazo. Enseguida me doy cuenta que el enano viene por sexo, que es un enano hipersexuado, lo veo por el bulto prominente en el pantalón. Me doy cuenta que tiene una relación con la dueña de casa desde antes, pero ahora para ella es una molestia. En el pasado habían sido amantes y el enano con su básica simpleza había satisfecho a la mujer, la cabeza de su falo actuaba como una poderosa brújula, que siempre lo guiaba al cavernoso coño.
La explicación que me había empezado a dar la mujer queda totalmente interrumpida. Enseguida empiezan a llegar algunos invitados para la fiesta que la dueña de casa va a dar esa noche. Es muy temprano aun, pero vienen para charlar sobre que ropa ponerse para la fiesta. Entre los invitados hay 3 chicas jovencitas muy bonitas, que junto con otros amigos varones duermen al enano ruso para que no moleste y lo dejan apoyado en un sillón. Como si fuese un muñeco, con un vaso de whisky en la mano.
Yo me siento frustrada porque no pudimos avanzar. Me quedo esperando sola en una sala, viendo si en algún momento retomamos la explicación. Me siento muy torpe, lo que me rodea es frágil, los adornos tiemblan y están todo el tiempo en movimiento, casi cayéndose, lo que toco está al borde del colapso. Las cosas están en estantes de madera que flotan y se balancean en el aire, agarrados con sogas desde el techo. Entre las cosas encuentro un paquete de chicles y me pongo a masticar uno. Sin querer hago desastre con los floreros y adornos.
Mas tarde la casa está llena de gente. Las 3 chicas están en el balcón fumando, tienen vestiditos muy lindos, una es rubia, otra más bajita y morocha. La otra no se.
Se me revienta el globo del chicle que estuve masticando y se me pega en la cara y en las manos, necesito sacármelo para verme más decente. Entonces busco por unos pasillos un baño y finalmente lo encuentro. Cuando entro me miro al espejo y es verdad tengo toda la cara llena de chicle. Para poder limpiarme en lugar de abrir la canilla de la bacha, abro otra canilla y sin querer hago funcionar un lavarropas, haciendo un charco y mojando el piso.
Entonces entran las 3 chicas al baño sin importarles que yo estuviese allí y sin ningún preámbulo me piden que les explique cómo me limpio el culo. Yo, titubeando un poco, les explico que lo hago por afuera y ellas me dicen indignadas, -¡Pero cómo!? No usas un cepillo para limpiarte por dentro! Yo imagino que ellas usan un cepillo del tipo para limpiar bombillas. Entonces cada una me lo muestra y veo su cepillo y me explican cómo se hace y yo les explico en detalle cómo yo lo hago y defiendo mi postura hasta que una se pone de ejemplo, se baja la bombacha y las otras le limpian el culo y yo la veo con el culo para arriba y veo que tiene hemorroides y que en una parte de su culo la piel es transparente y se le pueden ver los órganos del cuerpo.
Finalmente salgo de allí y entro al departamento que esta frente a éste, en el otro extremo del pasillo. La sala de este departamento está llena de travestis acostados en el piso. Todos tienen puestos vestidos largos de terciopelo de colores sólidos y brillantes: rojo, violeta, rosa. No están operados, son bien chatos, son hombres vestidos de mujer, altos y elegantes, con el pelo largo y algunos con incipiente barba. En la sala hay desniveles y hay muebles y sillones. Cada uno está acostado boca arriba y me doy cuenta que están extenuados, reponiendo fuerzas. Uno me agarra de la mano y me da a entender que se va a ir conmigo. Entiendo que son parte de una troup de artistas que están ensayando una obra en donde cantan y bailan y que el director es un déspota que los explota hasta agotarlos y por eso quieren irse. Cuando me toma de la mano siento que es el primer contacto físico que tengo. Me siento protegida y con él guiándome por delante por fin los dos huimos de allí.